En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Sindicato Médico de Ceuta (SMC), integrante de la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM), se comprometen a luchar y a seguir trabajando incansablemente para construir un entorno en el que la igualdad de género en la profesión médica sea una realidad palpable y efectiva en Ceuta y Melilla, como lleva haciendo años.
Asimismo, y con razón de este día, comparten la opinión de María José Campillo, Secretaria de Finanzas y Servicios de CESM, titulada "Feminización de la Medicina", en la que dejamos su texto a continuación.
El noble arte de la Medicina ha visto en los últimos años cómo las mujeres que lo practicaban pasaban de ser una minoría a ser un porcentaje muy mayoritario entre los médicos más jóvenes, superando el 70% en la mayoría de las últimas promociones. Hace años este fenómeno creciente de la feminización de la Medicina, cuando apenas se empezaba a vislumbrar, se vivía con creciente preocupación entre los estamentos más conservadores de la profesión. Ser médico en España supone tener unas jornadas extenuantes, tener dificultad para conciliar la vida familiar en muchas ocasiones y dedicar toda una vida al estudio y preparación, así como a estar actualizado para tratar de la mejor manera a los pacientes.
Durante siglos la Medicina estuvo vetada para las mujeres, como tantas otras cosas, ya que la mujer era considerada una ciudadana de segunda, o un ser inferior. Tuvimos que esperar hasta finales del siglo XIX para que esto fuera posible. Así, en 1882 se le permitió a la Dra. Dolors Aleu Riera acceder al examen de licenciatura de Medicina, convirtiéndola así en la primera mujer médica de España. Han pasado 142 años desde entonces, pero no pensemos que los logros en este aspecto llegaron rápido, sino que han sido de forma gradual y muy lenta, como lo fueron los cambios en la sociedad. Hasta 1931 la Constitución de la Segunda República no contempla los mismos derechos electorales para hombres y mujeres. Aspectos rutinarios como abrir una cuenta bancaria en España eran una utopía hasta 1975, cuando las leyes permitieron que la mujer pudiera empezar a tomar ese tipo de decisiones. No solo eso, sino que hasta 1975 la mujer española necesitaba un permiso marital para cualquier actividad económica como tener propiedades, un empleo o incluso para viajar fuera del país. Es más, hasta 1978 si una mujer era adúltera el marido podía matarla, mientras él solo sufría pena de destierro, y si le producía lesiones no tenía ningún tipo de castigo. No es hasta la década de los 80 cuando el número de féminas en las facultades españolas empieza a equipararse con la media europea. Y a la vez que la mujer conquistaba hitos en la sociedad civil, su papel en la Medicina iba siendo cada vez mas relevante. Así en 1954, de los médicos colegiados que eran 31.618, solo 334 fueron mujeres.
Es en 2017 cuando por vez primera el número de médicas superó al de médicos, es decir, pasó más de un siglo desde que apareció la primera médica española hasta que el número de médicas fue igual o superior al de médicos.
Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo en todo el mundo, ya que hay países donde se sigue impidiendo el acceso de la mujer incluso a la educación mas básica, algo que por desgracia sigue siendo de rabiosa actualidad.
Ahora que ya la feminización de la Medicina es un hecho, la siguiente pregunta sería si existe la igualdad entre médicas y médicos, si la igualdad es real en la Sanidad. Al contrario de lo que ocurre en otras profesiones, incluso hoy en día, entre los médicos no existen diferencias retributivas por género ni en el ejercicio público ni en el privado. Sin embargo, la brecha salarial es un hecho. Esta se explica por temas educativos, el mayor papel que tradicionalmente tiene la mujer en el cuidado de los hijos, el cuidado de mayores y las tareas del hogar; lo vemos reflejado en el número de excedencias por cuidado de hijos y de mayores, donde es la mujer la que opta por ellas mayoritariamente frente al de varones. Si miramos los perfiles de los puestos directivos, nos encontramos que la mujer tiene poca presencia en ellos. Esto es así porque la mujer sigue encontrando dificultad para conciliar la vida familiar y laboral, precisamente por lo que comentamos antes, el mayor papel de la mujer tradicionalmente en la crianza de los hijos, cuidado de mayores y tareas domésticas. En muchas ocasiones es la misma mujer la que limita su progresión profesional para dedicar más tiempo al cuidado de la familia, aunque no siempre es así.
Si pensamos en las distintas especialidades que puede ejercer un médico, veremos que la mayoría de las mujeres se concentran en Atención Primaria y especialidades como Ginecología o Pediatría, frente a especialidades como Traumatología o Cirugía, que han sido de los últimos reductos que ha conquistado la mujer en la Medicina, aunque el número de ellas en estas especialidades sigue siendo menor que en otras.
Es, por tanto, prioritario, si queremos alcanzar una igualdad real, que la educación que reciben los infantes fomente, no solo el papel de la mujer trabajadora, o el papel de la mujer en la ciencia o en la investigación, sino que también es fundamental la enseñanza de que tareas como el cuidado del hogar, de los hijos, o de los mayores, tienen que ser compartidas, y son responsabilidad tanto de unos como de otras, para poder acabar con los techos de cristal y la brecha salarial en la Sanidad.
Sin duda, las mujeres, las españolas y las médicas, hemos recorrido un largo camino. Ya no somos ciudadanas de segunda como en otras épocas, pero aún tenemos que conseguir que en muchos hogares se valore por igual la carrera profesional de todos sus miembros.
Para la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, la igualdad real y efectiva de todos los médicos es fundamental, incluyendo la igualdad de oportunidades en el ascenso profesional, y seguiremos fomentando todas las iniciativas que supongan alcanzar esta meta y posicionándonos en contra de posturas que fomenten la desigualdad, que son más atavismos de otras épocas que no se corresponden con el sentimiento generalizado de la profesión.