En unas de las inmersiones preventivas que lleva a cabo el Grupo Especialista en Actividades Subacuáticas (GEAS) perteneciente a la Comandancia de la Guardia Civil de Ceuta, en el litoral de esta Ciudad, observaron lo que podría ser un ánfora semienterrada entre escombros y fango, por lo que se procede a retirar algunas piezas que la tapan para comprobar el estado de la misma e intentar su catalogación.
La parte visible del ánfora se encuentra aparentemente en perfecto estado, colonizada por diferentes organismos marinos. Tiene una longitud aproximada de un metro de base a boca y unos 40 cm de ancho en la zona del cuerpo. La boca carece de tapón, por lo que su interior está lleno de números conchas piedras y fango. Los labios o bordes de la boca están al descubierto no apreciándose daños. Posee las dos asas unidas a cuello y cuerpo. En el fondo o base si se observa un pequeño desprendimiento de la punta.
Finalizada la inmersión se procede a marcar la zona para trasmitir el hallazgo a la Consejería de Educación, Cultura, Juventud y Deportes de la Ciudad Autónoma de Ceuta, concretamente al arqueólogo de la misma.
Una vez valoradas la circunstancias de su ubicación, por lo expertos de la Consejería, se determinó que extraer o no una pieza arqueológica del lugar en que se encuentra es una decisión en la que deben valorarse distintas circunstancias, toda vez, que si bien la Carta Internacional para la protección y la gestión del patrimonio cultural subacuático (ICOMOS) señala la conservación “in situ” como primera opción, en el presente caso, tomando en consideración el riesgo que podría correr la pieza, se aconsejaba su extracción para evitar que pudiera ser expoliada o sufriera cualquier otro tipo de daño.
Por lo expuesto, el GEAS, preparó una inmersión para la recuperación del ánfora, que se inició con un reportaje fotográfico para a continuación desenterrarla con la máxima precaución posible.
Esta labor conllevaba una enorme precisión, pues una mala praxis podría hacer que el ánfora se rompiera por el efecto ventosa que produce el fango al intentar moverla sin que estuviese completamente liberada del fondo.
Una vez liberada se realiza otra inmersión para colocarla sobre una red y elevarla con un globo hasta superficie. Durante el ascenso sale por la boca del ánfora restos de fango, piedras y conchas, lo que facilitó el izado a bordo al reducir su peso, apreciándose como la base en su punta esta fracturada y comunica con el interior.
Una vez a bordo de la embarcación oficial, se trasladó a la base del GEAS para su depósito y conservación en las mejores condiciones, siendo depositada en una pileta de agua dulce a la espera de la llegada del arqueólogo y técnicos de la Ciudad Autónoma.
El arqueólogo, tras una primera consideración, determinó que se trataba de un ánfora tipo Beltrán IIA. Este tipo anfórico alcanzó su momento culmen en la segunda mitad del siglo I d.C. Se conocen alfares que producen estas ánforas en todo el litoral andaluz, especialmente en la comarca gaditana.
Tras el primer tratamiento de conservación preventiva (inmersión en agua dulce), ha sido transportada a uno de los almacenes del museo de Ceuta en el que continúa realizándose los tratamientos de conservación preventiva pertinentes. La pieza ha sido ingresada en las colecciones del museo de Ceuta.
Llevadas a cabo estas actuaciones se ha diseñado una intervención que cubrirá una doble vertiente: investigadora y de conservación. En ambos casos, se contará con la colaboración del equipo dirigido por el Catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, D. Darío Bernal Casasola, esperando que los trabajos comiencen a inicios del mes octubre.